Archivo diario: 4 enero, 2012
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Sobre la alegría tan sólo quiero que leáis y reflexioneis vosotr@s mism@s sobre la alegría y cómo atraéis o la alejáis de vuestras vidas sin quererlo (o sin daros cuenta)
«No es aconsejable vivir sin alegría, hemos de crearla vinculando nuestro hacer a quienes deseamos ser» Ángel Gabilondo
La Alegría de vivir:
“Ahora siento y pienso adentro lo que habrá dentro de mí,
yo la busco y no la encuentro, mi manera de sentir,
mi manera de sentir, mi manera de sentir,
yo la busco y no la encuentro, alegría de vivir.”
La barbería del Sur
Julio escuchaba esta canción una y otra vez. Se sentía un poco perdido y quería sumergirse (quizás ahogarse) en la profundidad de su sentimiento. Creía que mágicamente surgiría un remedio, y que con ello despertaría de su tristeza y la vida le sonreiría nuevamente.
Un día no pudo más y confesó a Gustavo, su mejor amigo, que sentía que esta vez no podría levantarse. Gustavo escuchó atentamente y supo que tendría que hacer algo más que simplemente asentir con su cabeza, decir despreocupadamente “que ya lo malo pasaría” o indicarle a su amigo la receta que con tantas ansias estaba esperando. Julio necesitaba mucho más. Podía percibirlo en sus gestos, en su voz, en su mirada.
Sin pensarlo mucho, Gustavo planificó un fin de semana en la sierra del Guadarrama, donde de niños habían acampado tantas veces. Julio no estaba muy convencido de que eso fuese a ayudar, pero aceptó. No perdía nada con ir. Era eso, o escuchar canciones melancólicas todo el día.
El sábado a primera hora de la mañana, Julio y Gustavo iniciaron el paseo que los llevaría hasta el pueblo. Gustavo no había pronunciado una sola palabra en todo el camino. Julio se sentía un poco desconcertado. A mitad de camino, llegaron a una explanada, desde la cual podían divisar Madrid, lejos del ruido y el ajetreo. Gustavo pidió a su amigo que le indicara que veía.
Julio bromeó:
– Veo a Madrid de la manera que más me gusta, tranquila a la distancia.
Horas más tarde, con una taza de café caliente entre sus manos, Julio preguntó a Gustavo porqué había estado tan callado todo el paseo. Gustavo dijo:
– Presumí que ibas a preguntar esto. Sabes que hablo mucho, pero esta vez quería escucharte, y más importante que eso, quería que te escucharas a ti mismo.
– ¿Escucharme a mí mismo?, dijo Julio.
– Cuando te pedí que me dijeras que veías desde la explanada, comentaste que veías tranquilidad a la distancia.
– Sí, eso dije.
– ¿Cómo te sientes cuando estás en medio de Madrid, entre la gente, el tráfico, sin poder pensar?, preguntó Gustavo.
– No muy distinto de como me he sentido toda la semana.
– ¿Crees que podrías hacer algo para sentirte tranquilo a la distancia, con tus problemas?
– No lo sé, me cuesta pensar que puedo sentirme nuevamente alegre.
– ¿Cómo te sientes ahora?
– Sin duda, ahora estoy alegre, pero no puedes comparar estar aquí, en medio de este paraíso y estar allá abajo, donde están mis problemas esperando.
– ¿Por qué tus problemas no están aquí contigo?
– Ya te lo dije, porque me siento alegre. Estoy aquí con mi mejor amigo, la tarde está espectacular, escuché nuevamente el cantar de los pájaros que hace tiempo ni veía, me reí mientras los niños jugaban en el arroyo y sentí la brisa de la montaña en mi rostro.
– ¿Escuchaste lo que acabas de decir Julio?
– No he dicho nada importante.
– Sí que lo has dicho. Yo acabo de escucharte decir que tus problemas te dejan tranquilo cuando te sientes alegre.
-¿Qué te parece si intentas imaginar que te colocas las gafas de la alegría, para sentirte bien ahí abajo, en la ciudad?
– No me parece sencillo Gustavo, aunque debo reconocer que tienes la razón. No me he escuchado en mucho tiempo, ni he escuchado a amigos que como tu, me han ofrecido alternativas. Simplemente me he dedicado a juzgar negativamente lo que me han dicho. Sé lo que debo hacer para sentirme mejor, pero no he hecho nada.
– Por esto te traje aquí. Sabía que para “escucharte más” debía “hablar menos”.
– Me conoces bien, finalizó Julio, quien luego de un silencioso viaje había escuchado más de lo que pudo imaginar.»
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Yo me pido un caramelo de abrazos de menta.. ¿ y tú?
El árbol de los caramelos:
«Pero tú sabes que en los cuentos, los caramelos crecen en los árboles, ¿verdad?. Crecen todo el año en sus verdes bosques y los recogen los fabricantes para envolverlos en papelitos, meterlos en bolsitas y repartirlos a todos los niños y mayores que quieran.
Hay caramelos de todos los sabores. A mí, los que más me gustan son los de sabor a beso, porque son muy dulces y calentitos y además hacen ruido si te los comes con fuerza. Puede también que te salga un caramelo de beso amargo. Pero eso sólo les pasa a las personas mayores y se cura con los caramelos que les regalan sus niños.
Otros que me encantan son los caramelos de sabor a verdad. Je, je, cuando te tomas uno, ya puedes inventarte la mayor mentira de la historia, que cuando la vayas a contar, no podrás. Esos caramelos no le gustan a mucha gente y a casi ninguna persona mayor (aunque te digan que sí, no te fíes, que se los dejan para el final y nunca se los toman), pero todos los llevamos encima por si alguien quiere y así, cuando hacemos preguntas, nos podemos enterar de muchos secretos…
Pues no, no pica nadie, sólo los inocentes.
Hay también caramelos con gusto a abrazo. Esos son de los que más me gustan. Cuando me tomo uno, persigo a todo el mundo para abrazarlo y la gente tiene que salir corriendo, y a alguno pillo, no creas.
Pues sí, que es más o menos lo que te pasa a ti cuando vamos a recogerte al cole, que parece que acabaras de comerte dos o tres.
Pues claro que hay de sabor a jugar, lo que pasa es que los mayores nos comemos los de sabor a jugar a ganar dinero, a jugar a perder momentos, a jugar a estar tristes, a jugar a encontrarse por dentro, a jugar a respirar olores de otros, a jugar a cerrar los ojos del pensamiento, a jugar a creer en nosotros mismos,… Pero en fin, que los que os gustan a vosotros son los de sabor a jugar con alegría, y que sepas que esos os los mezclan con los de sabor a risas, a contento y a gritos, para que sean los mas sabrosos.
Pero hay muchos más. Están los de sabor a pintar, los de sabor a cantar, los de sabor a tocar música, los de sabor a estar con los amigos, los de sabor a compartir otros caramelos, en fin, que hay la tira…
Mañana me dices los que más te gustan y si podemos nos vamos a algún cuento a buscar un bosque verde de árboles de caramelos y nos traemos una cesta para casa.
Yo me pido uno con sabor a escribir.»
http://eraseunavez.blogia.com/2004/102301-el-arbol-de-los-caramelos.php
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No hay nada como tener oportunidad al final del año de poder invertir en nosotros…
Como formador/@ es muy importante la capacidad para reinventarte, para ser consciente de que estás en continuo aprendizaje y que es fantástico cuando llega el momento de cambio de rol y en lugar de estar formando, pasas a formarte…
Aprendes no sólo del contenido, no sólo con respecto al ambiente con tus compañer@s, sino también de las situaciones que vives día a día en el aula y que viene bien de vez en cuando ponerte al otro lado de la mesa.
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Dormir entre algodones, a photo by rutroncal on Flickr.
Estas fechas nos sirven para los reencuentros, para darnos cuenta de los seres queridos que tenemos a nuestro alrededor y que no siempre son como nosotros…
El ser diferentes hace que nos enriquezcamos unos de otros y que sepamos valorar y apreciar otros puntos de vista… a fin de cuentas… si todo el mundo fuera como nosotros, las preguntas de los demás no nos harían pensar… tan sólo nos darían la razón y no podríamos avanzar.
Con respecto a esto que comento… un cuento. No he encontrado el autor, se titula: La Amistad. Dice así:
«Érase una vez tres inseparables amigos muy diferentes pero que a pesar de ello siempre estaban juntos en las buenas y en las malas.
Uno de ellos, blanco como la nieve, suave, delicado, ocurrente, solícito y amable con todos: el Sr. Algodón, aunque a veces un poco distraído y dormilón. No así su amiga, áspera, fuerte, emprendedora y trabajadora: la Sra. Madera y el tercer amigo, tostado, pequeño, muy extravagante y exquisito, por su aroma y sabor, aunque para llegar a ello muchas veces se amargaba sin razón: el Sr. Café.
Los tres se ayudaban mutuamente y compartían lindos momentos, la madera trabajadora mostraba con su ejemplo al algodón a ser menos dormilón; el café culto y perfeccionista en los pequeños detalles les mostraba a sus amigos como ser precisos, minuciosos y oportunos, por último el algodón con su paciencia y buen humor ayudaba a sus amigos a mantener la calma en los problemas, sobre todo cuando el café se ponía tan pero tan furioso, hasta al rojo vivo, y la madera tan pero tan áspera y dura como una piedra.
Sin embargo, en un día como hoy, donde todo parecía ir bien, de repente, al algodón se le ocurrió tomar el sol, y broncearse con sus rayos dorados.
Se decía:
– Vaya si que hace calor en el campo, ¡voy a ponerme bronceador y a lo mejor me pongo tostadito como el café, una siesta tomaré y luego vamos a ver que resultados obtendré!.
Y así fue, que el Sr. Algodón se echó a descansar, una, dos, tres, cuatro, cinco, seis laaaaargas horas desde el mediodía hasta el atardecer.
Cuando ya eran las seis de la tarde, el Sr. Sol como de costumbre se fue a jugar a las escondidas con el viento inquieto y bailarín, que a pesar de ser tan veloz nunca lo encuentra, no obstante en este juego, todo el campo junto al viento empieza a bailar y a mover el esqueleto: las hojas de los árboles, los pajaritos cantores, las nubes y el riachuelo.
Todos en movimiento están, menos el Sr. Algodón que aún dormido sin darse cuenta de lo sucedido, sueña que los rayos del sol lo vuelven tostadito como el café, el viento le susurraba en sus oídos levantándolo hasta las nubes del campo:
-Sigue soñando Sr.Algodón, hasta lo más alto -.
Cuando el Sr. Algodón despertó, pensó que se había convertido en una nube del hermoso cielo, pero cuando el viento dejó de soplar y todo llegó a su calma, cayó rápidamente desde lo más alto dándose volantines en el aire hasta el caudaloso río.
Muy asustado y todo mojado suplicando por su vida gritó con fuerza:
¡AUXILIO., SOCORRO, sáquenme de aquí no se nadar!.- mientras el río lo iba paseando sin rumbo fijo.
Sus amigos El Sr. Café y la Sra. Madera, que habían regresado de su jornada de trabajo, al no ver al Sr. Algodón, armaron una discusión, la Madera estaba muy áspera con el Café y él se encontraba muy amargo; al estar tan ofuscados se dieron cuenta que solo el Sr. Algodón, lograba mantener la calma en los problemas, así que la Sra. Madera fue en su búsqueda, mientras que el Sr. Café rojo de furia, esperó en el lugar hasta que se le pase la amargura.
El Algodón estaba hecho un manojo, a punto de hundirse en las aguas del riachuelo, cuando de pronto la Sra. Madera, escuchó sus gritos de auxilio, se lanzó al agua, y nadó hasta llegar donde él estaba. Lo colocó encima de su lomo, y algodón temblando de susto y frío, le dijo:
– GRRAACCCIASSS AMIIIIGGGAAAA, si no fuera por TIIII ya estaría hundido.
Madera áspera respondió: –
– Eso te pasa seguro por dormilón y ocurrente, pero vamos ya pasó, hemos estado muy preocupados por ti, Café esta esperando impaciente.
Algodón, fue escurriendo su blanca y esponjosa tez, mientras que madera lo iba cargando en su lomo hasta el medio del Bosque donde el Sr. Café más calmado dejaba entrever su fino aroma y exclamando decía:
– ¡Hay amigo porque te has perdido, estuve rojo de furia por que no aparecías!
– ¡Lo siento mucho amigos, yo solo quería broncearme un poquito y estar algo tostadito como Tu Cafecito, pero no funcionó mi experimento, a pesar de estar horas y horas tomando sol. – dijo algodón.
-Ay Algodón pero como se te ocurre semejante idea, ¡tú eres blanco y blanco serás!- dijo áspera la madera.
-Lo sé, lo sé, – dijo avergonzado Algodón.
-No tienes nada que cambiar, te queremos tal como estás – le dijo café.
Y madera añadió:
-Somos diferentes y eso nos mantiene unidos en todo momento.
-Si tienen razón -dijo Algodón. Ustedes saben lo mucho que vale nuestra amistad, que estaremos siempre juntos, aún a pesar de los problemas.
Fue tan emotivo el encuentro que la Sra. Madera empezó a lagrimear y crujir de emoción, el pequeño Café dejó caer su suave aceite y deleitó con su inigualable fragancia. Y los tres el Sr. Algodón, la Sra. Madera y el Sr. Café más amigos que nunca se abrazaron fuertemente y compartieron un grato momento juntos.»
Y a vosotr@s ¿quién/nes os rodean?
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Comida en un wok cerca de la oficina…
Nos dan publicidad para celebrar allí la Nochevieja…
Importante:
– Mago con magia de cerca
– Para niños de hasta 1,20m
Ver para creer 🙂
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Hola!! este es Corcho, el York Shire de mi prima y «noviete» de Luna…
El pobre estaba aterrado de vernos a mi prima y a mi decirle lo guapo que estaba con la sudadera recién puesta… supongo que el pobre pensaba que así se nos pasaría antes la tontería…
jajajaja sólo consiguió que tuviera más ganas de comprarle una a Luna…
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Camino de la cena de Nochebuena voy en el tren… y me encanta observar a la gente que de una manera u otra transmite sus historias de forma más o menos repetida.
Me encanta imaginarme cuáles serán sus esperanzas, las que dejan en el andén y las que recogen en la estación de llegada…
los problemas, las preocupaciones, los sentimientos, los anhelos y los deseos, los reencuentros y las despedidas, los abrazos y los besos, las lágrimas y las sonrisas…
Creo que un tren da para muchas historias, aunque como en el AVE de Madrid – Valencia sólo hayan 98 minutos de distancia…
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Cuando lo vi casi no daba crédito, pero he de decir que me pareció una grandísima idea que pusieran este tipo de «gestores de pedidos» para que pudieras elegir con tranquilidad tu consumición, estar el tiempo que necesites y pagar con tarjeta.
¿La pega? que las personalizaciones no están muy bien definidas… pero todo se andará… a fin de cuentas si Mc Donalds ha comenzado con los Kioskos… Burguer King pone servicio a domicilio.
Está claro que la clave es «renovarse o morir»… qué lástima que yo sea más de sushi…
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El año pasado fue un reto… mi compañero y buen amigo Jota, que hay que decir que siempre ha sido contrario al amigo invisible, me lanzó el reto de que para que el amigo invisible estuviera bien debía de ser algo más trabajado, como «hecho a mano» o con la dificultad de hacer un regalo con un presupuesto de 1 €.
Casualmente este año me tocó Jota en el sorteo del amigo invisible, por lo que sí o sí tenía que ser algo original en los términos que hablaba antes.
Jota de vez en cuando nos canta la canción de Bob Esponja,… por lo que fué fácil elegir el objetivo.
¿El resultado? el de la fotografía…
Me ha dicho que no se separa de él y que incluso sus hijas le han pedido permiso para dormir con el muñequico de fieltro…
¿Qué os parece? porque a mi la sonrisa de Jota me han merecido las horas de costura…