Archivo diario: 22 octubre, 2011

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English tea in an Irish cup… Ironias de la vida?, a photo by rutroncal on Flickr.

Hoy, como todos los días que puedo al rato de comer, me tomo una taza de té con leche… debe ser el espíritu inglés que hay en mí que normalmente sobre las 5 mi cuerpo me lo pide…

Me lo tomo y lo disfruto, cuando estoy en la oficina porque mientras estoy trabajando me permite seguir concentrada y mientras estoy en casa, me permito saborearlo tranquilamente en el sofá mientras veo una serie…

En mis manos además ha caído un cuento japonés que me ha hecho reflexionar sobre el té y sobre los prejuicios y otros elementos que ya he comentado alguna vez en el blog.. de cómo las opiniones forjadas de forma previa y/o los conocimientos estancados nos impiden ser conscientes y escuchar lo que nos rodea… ya que como bien dice el título del blog… «la verdad absoluta no existe», no?

El cuento «La taza de té», dice así:

«Es conocida la historia de Nan-in, un Maestro japonés que vivió en la era Meiji, y lo que le sucedió con un profesor universitario que fue a visitarlo intrigado por la afluencia de jóvenes que acudían al jardín del Maestro.
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Nan-in era admirado por su sabiduría, por su prudencia y por la sencillez de su vida, a pesar de haber sido en su juventud un personaje que había brillado en la Corte. Aceptaba en silencio que algunos se sentaran con él al caer la tarde, pero no debían importunarlo después de la meditación. Entonces, parecía algo serio y hasta hosco, pero no era más que la necesaria readaptación mientras trabajaba en su jardín, pelaba papas o remendaba la ropa.
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El prestigioso profesor se hizo anunciar con antelación haciendo saber que no disponía de mucho tiempo, pues tenía que regresar a sus tareas en la universidad.
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Cuando llegó, saludó al Maestro y, sin más preámbulos, le preguntó por el Zen. Nan-in le ofreció el té y se lo sirvió con toda la calma del mundo. Y aunque la taza del visitante ya estaba llena, el Maestro siguió vertiéndolo.
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El profesor vio que el té se derramaba y ya no pudo contenerse.
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– ¿Pero no se da cuenta de que está completamente llena? ¡Ya no cabe ni una gota más!
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– Al igual que esta taza, – respondió Nan-in sin perder la compostura, ni abandonar su amable sonrisa -, usted está lleno de sus opiniones, de su cultura, y conjeturas eruditas y completas, igual que esta taza. ¿Cómo puedo hablarle de la sabiduría, que solo es comprensible a los ánimos sencillos y abiertos, si antes no vacía su taza?»
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El profesor comprendió la lección y desde aquel día se esforzó en escuchar las opiniones de los demás sin despreciar ninguna de ellas.

Puesto que la clave es no juzgar y permanecer atento.»

Y ahora… ¿nos tomamos un té?


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Desayuno en el hotel, originalmente cargada por rutroncal.

Creo que ya lo he comentado en alguna ocasión, pero una de las cosas que más me gustan a lo largo del día es el momento del desayuno… y dedicarle el tiempo para tomar rienda del día que comienza.

Cuando estoy de viaje reconozco que no me gustan las salas de desayuno que se llenan de gente y no me permiten conectar conmigo misma dado el «jaleo» o «ruido» que hay… Menos mal que me llevo mi móvil y gracias a twitter, y/o al whatsap me concentro en lo que necesito y vuelvo a mi momento «zen».

¿Y a vosotr@s? ¿Cómo os gusta empezar el día?


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Cuántas veces habremos hablado de las propiedades del chocolate entre amigas, cuántas veces nos hemos preocupado por no tener ese apreciado tesoro en nuestras respectivas casas… y es que para después de comer o cenar, una onza de chocolate… saborearla lentamente y dejar como su sabor te invade… eso podríamos decir que «no vale dinero».

Y compartir chocolate es otra maravilla, pues no hay nada más gratificante que compartir alegrías … y reconozcámoslo… ese sabor dulce (amargo, con leche, con tropezones o sabores) hace que a pesar de las circunstancias, a pesar de haber tenido un día duro o cansado… tenga la propiedad de acabar el día con una sonrisa.

Por ello, quisiera compartir con vosotr@s un cuento precisamente sobre chocolate… a ver qué os parece.

«Camila Comila era una niña golosa y comilona que apenas tenía amigos y sólo encontraba diversión en los dulces y los pasteles. Preocupados, sus papás escondían cualquier tipo de dulce que caía en sus manos, y la niña comenzó una loca búsqueda de golosinas por todas partes. En uno de sus paseos, acabó en una pequeña choza desierta, llena de chacharros y vasos de todos los tipos y colores. Entre todos ellos, se fijó en una brillante botellita de crital dorado, rellena de lo que parecía chocolate, y no dudó en bebérselo de un trago. Estaba delicioso, pero sintió un extraño cosquilleo, y entonces reparó en el título de la etiqueta: «lágrimas de cristal», decía, y con pequeñísimas letras explicaba: «conjuro para convertir en chocolate cualquier tipo de lágrimas».

¡Camila estaba entusiasmada! Corrió por los alrededores buscando quien llorase, hasta encontrar una pequeña niña que lloraba desconsolada. Nada más ver sus lágrimas, estas se convirtieron en chocolate, endulzando los labios de la niñita, que al poco dejó de llorar. Juntas pasaron un rato divertido probando las riquísimas lágrimas, y se despidieron como amigas. Algo parecido ocurrió con una mujer que había dejado caer unos platos y un viejito que no encontraba su bastón; la aparición de Camila y las lágrimas de chocolate animaron sus caras y arrancaron alguna sonrisa.

Pronto Camila se dio cuenta de que mucho más que el chocolate de aquellas lágrimas, era alegrar a personas con problemas lo que la hacía verdaderamente feliz, y sus locas búsquedas de dulces se convirtieron en simpática ayuda para quienes encontraba entregados a la tristeza. Y de aquellos dulces encuentros surgieron un montón de amigos que llenaron de sentido y alegría la vida de Camila».

Autor.. Pedro Pablo Sacristan


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Tarta años 50 de cumple!!, originalmente cargada por rutroncal.

El miércoles celebrábamos en casa de mi hermano (@fronqi) el cumpleaños de mi cuñada (@comotecuento) y el mío ya de paso… y esta es la maravillosa tarta de manzana que compartimos.

Maravillosa porque era una chulada (una versión «Mad Men» de las tartas) y una ocasión de compartir una risas, con familia y amig@s.

A veces las cosas más sencillas son las que más se agradecen y en los detalles está la verdadera naturaleza de las personas.

A propósito de esta tarta… quisiera compartir un cuento sufí, y por supuesto va de tartas y de detalles y como a veces esa ansiedad de perfección en las cosas, hace que nos perdamos la verdadera esencia de los momentos.

«La Historia habla de una anciana que había sido famosa durante treinta años por el sabor delicioso de sus tartas de albaricoque. Todo el mundo en kilómetros a la redonda había escuchado hablar de las deliciosas tartas y las comían, no sin hacer comentarios respecto a su inigualable y delicioso sabor. En el curso de los años, cientos de personas le asediaron pidiéndole la receta.
Ella, la anciana de las deliciosas tartas continuó haciendo tartas todos los años, y así durante muchos años, durante la estación de los albaricoques; distribuía las tartas con gusto sin distinguir razas o credos, ni posiciones sociales , a diestra y siniestra, pero siempre guardando en secreto su receta.
Un día, temiendo que la anciana mujer muriera repentinamente sin haber transmitido el secreto de sus tartas, el Gran Califa de Afganistán – que también era ambicioso al mismo tiempo que amante de las tartas de albaricoque – ofreció una recompensa de cien monedas de oro por su secreto.
No pudo encontrar a nadie que cocinase tartas como la anciana, aunque una gran multitud de gente solicitase la cuantiosa recompensa, pretendiendo que podía hacerlo. Finalmente, sin embargo, se sorprendió al encontrar a la enigmática anciana mujer a su puerta, ofreciendo vender la famosa receta.
Pensé que nunca se las darías a nadie – balbuceó el Poderoso Califa.
Ah, primero debía encontrar un signo de sinceridad – dijo la anciana.
Pero, ¿Cómo sabes que soy sincero? – preguntó el Califa.
Tú – dijo la extraña anciana – eres un hombre que ama el oro. Ahora que estés de dispuesto a desprenderte de una parte de él, y no digamos cien monedas de oro, muestra, al menos mediante tu propio patrón de ambicioso, que eres sincero. Esto es lo más cercano a la verdadera sinceridad que, según parece, podemos llegar a este punto. De modo que te daré el Secreto.
El Califa se sentía encantado. Tomo lápiz y un trozo de papel y pidió a la mujer que dictase la receta.
No necesitas lápiz ni papel – dijo ella – , ya que no hay mucho que decir. Recojo albaricoques gratis, de los arboles de la gente caritativa. Luego añado agua y un poco de miel; y eso es todo lo que hay que decir.
¡Pero así es como todos los demás hacen tartas de albaricoque en todo el Califato de Afganistán! – Exclamo el Califa –. Ciertamente no te voy a dar cien monedas de oro por decirme eso.
Tómalo o déjalo – dijo la mujer.
No tiene sentido alguno – dijo el avaro Califa –, pero si el secreto no está en los ingredientes, debes decirme ¿Cómo la haces? Debe de encontrarse en la elaboración de la costra de masa de la tarta, o en los tiempos de horneo.
La anciana mujer sonrió
No lo hago en modo alguno. Me acerco al panadero del pueblo y le pido algo de masa común pastelera que él haya amasado, cubro el plato con la pasta y le pido que lo ponga en el horno junto con el pan que
hornea, y así es como se hace.
Pero debe de haber algo especial en las tartas – dijo el Califa –, y quiero saber lo que es.
Muy bien – dijo ella, sígueme y haz exactamente lo que hago y veremos cómo te las arreglas. Descubrirás si eres capaz de captar lo que es el Secreto de la fabricación de tartas de albaricoque.
Fueron juntos de excursión muy temprano por las huertas comunes de la localidad de albaricoques. La anciana, como es costumbre en esas partes, fue admitida libremente, mientras que el avaro Califa pagaba
con monedas de cobre y plata a los dueños de las huertas para que le trajeren en unas cestas los frutos de albaricoque que tenían previamente almacenados. Mientras que la anciana recogía por sí misma los frutos.
Todo siempre bajo la mirada observante del Califa, ambos hicieron por separado unas mermeladas con miel y albaricoque. Luego llevaron sus platos al panadero, e hicieron que les pusiese la masa común pastelera encima de las tartas. Luego se dedicaron a esperar hasta que éstas estuviesen listas.
Cuando las tartas estuvieron horneadas y se enfriaron, las probaron.
La tarta de la anciana era deliciosa. Pero la tarta hecha por el Califa era sencillamente muy ordinaria.
El Califa meneó la cabeza, muy perplejo, y luego comenzó a injuriar a la mujer anciana, la llamó hechicera e impostora por haber introducido una pócima secreta a sus tartas, el Califa mientras devoraba una tarta de la anciana, expresó: el sabor de tus tartas me tiene hechizado. Anciana – dijo el Califa – eres una necia por no transmitirme el secreto – y la tacho de bruja con contacto con poderes malignos.
Una vez que el Califa de Afganistán quedó exhausto por comer tantas tartas y se sentó en un banco en el exterior de la panadería, la anciana sonrió una vez más.
Después de tus resoplidos y tú enojo, tras tus aires de superioridad y vana confianza en el poder del dinero, tras todo ese absurdo, arraigado en su sucio corazón – dijo ella – , te diré dónde te has equivocado.
Como habrás observado, a mi una persona pobre se me permitió recoger tanta fruta como desease en esos huertos. En reconocimiento a esto, nunca he tomado la fruta madura, y perfecta para mis tartas, ya que el dueño de la huerta tiene derecho a conservar la mejor fruta de la temporada, de modo que pueda venderla para mantener a su familia. Así que siempre he cogido albaricoques dañados que no estaban maduros aún y los demasiado maduros, mezclándolos en mis tartas. Éste es el secreto de su maravilloso sabor. Tú, por tu parte, codicias tanto la perfección y las ganancias que, como todos los demás que han buscado mi secreto, tomas siempre la fruta más atractiva. El resultado fueron tartas de albaricoque ordinarias.
Con estas palabras guardó las bolsas de monedas de oro en un cinturón y siguió la anciana siguió su camino»

Y a vosotr@s… ¿cómo os gustan las tartas?


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