
El cielo desde mi parada, originalmente cargada por rutroncal.
Viernes gris,.. el cielo medio despejado, medio encapotado… medio triste, medio feliz, medio lleno, medio vacío…
Mirando al cielo y viendo cómo estaba de nubes me ha hecho pensar en cómo afecta el pensar en ver el vaso medio vacío o medio lleno y cómo afecta a nuestra actitud….
El caso, es que hay que ser conscientes de qué es lo que llena nuestros respectivos vasos y al mismo tiempo ser capaces de vaciar nuestras mentes para poder apreciarlo… un poco enrevesado, ¿verdad?
Bueno, hace tiempo que no pongo ningún cuento, por lo que … ya es hora ¿no? y ya me decís cómo veis vosotros vuestro cielo y cómo tratáis de vaciar vuestras mentes para encontrar respuestas a vuestras preguntas.
La leyenda es hindú y como bien dice el título del post, se llama: La sabia voz del vacío.
«El lama impartía enseñanzas a los monjes y novicios del monasterio.
Siguiendo la doctrina del Buda ponía especial énfasis en captar la transitoriedad de todos los fenómenos así como de aquietarse-retirarse de los pensamientos y en meditación profunda percibir en el glorioso vacío interior la voz de la mente iluminada. Mostraba métodos muy antiguos a sus discípulos para que pudieran apartarse del pensamiento y vaciar la mente de inútiles contenidos.
-Vaciaos, vaciaos – exhortaba incansablemente a los discípulos. Así un día y otro día con la misma insistencia que las aguas fluyen en el seno del río o el ocaso sigue al amanecer.
-Vaciaos, vaciaos.
Tanto insistiera en ello que algunos discípulos acudieron a visitar al maestro y le dijeron respetuosamente: -Venerable maestro en absoluto ponemos en duda la validez de tus enseñanzas pero…
– ¿Pero?- preguntó el lama con una sonrisa en los labios.
-¿Por qué pones tanto énfasis en que nos vaciemos? ¿Acaso respetado maestro no acentúas demasiado ese aspecto de la enseñanza?
– Me gusta que me cuestionéis – dijo el lama-. No quiero que aceptéis nada que no sea sometido al escrutinio de vuestra inteligencia primordial.
-Ahora debo llevar a cabo sin demora mi práctica meditacional pero solicito que todos vosotros os reunáis al anochecer conmigo en el santuario.
-Eso sí queridos míos, quiero que cada uno de vosotros traiga consigo un vaso lleno de agua.
Los discípulos disimularon como pudieron su asombro e incluso alguno de ellos se vio obligado a sofocar la risa.
¿Será posible? O sea que su maestro les pedía algo tan ridículo como que todos ellos fueran al santuario portando un vaso lleno de agua. ¿Se trataría de algún rito especial?
¿Sería una ofrenda que iban a hacer a alguna de las deidades? Fue transcurriendo el día con lenta seguridad.
Los discípulos no dejaban de conjeturar sobre la extraña solicitud del maestro.
Unos aventuraban si no se trataría de una ceremonia especial en honor de la misericordiosa Tara, otros pensaban que tal vez era que el lama les iba a hacer leer durante toda la noche las escrituras y que el agua era para evitar la excesiva sequedad de boca, otros confesaban no tener la menor idea del por qué de la insólita petición del lama.
El sol anaranjado-oro se comenzaba a ocultar tras los inmensos picos que se divisaban a lo lejos. Los discípulos tomaron cada uno de ellos un vaso y lo llenaron de agua. Luego ansiosos por desvelar el misterio fueron hasta el santuario y se presentaron ante el maestro.
-Bueno chicos – dijo el maestro riendo con su excelente humor-. Ahora vais a hacer algo muy simple. Golpead los vasos con cualquier objeto.
-Quiero escuchar el sonido, la música capaz de brotar de vuestros vasos.
Los discípulos golpearon los vasos. De los mismos no brotó más que un feo sonido sordo desde luego nada musical.
Entonces el maestro ordenó: – Ahora queridos míos vaciad los vasos y repetid la operación.
Así lo hicieron los monjes. Vaciados los vasos golpearon en ellos y surgió un sonido vivo, intenso, musical.
Los discípulos miraron al lama interrogantes. El lama esbozó una sonrisita amorosamente pícara y se limitó a decir: – Vaso lleno no suena, mente atiborrada no luce. Os deseo felices sueños.
Los discípulos un poco avergonzados comprendieron al momento.
Nunca habrían de olvidar aquello de «vaso lleno no suena».
«Cuando eliminamos los densos nubarrones de ignorancia de la mente en el vacío original de la misma surge el revelador sonido de la iluminación.»»
Leyenda sacada de http://www.leonismoargentino.com.ar/RefVozVacio.htm