Las puertas cerradas ¿qué significan para nosotros? ¿qué necesitamos para abrirlas? ¿cuándo vemos una puerta cerrada pensamos en otros caminos que no sean el cruzar esa puerta? ¿planteamos todas las opciones? ¿nos «rendimos»?
Ante los obstáculos podemos reaccionar de diferentes maneras, desde quedarnos sentados esperando que el obstáculo desaparezca, rodearlo ignorando su existencia o superarlo como sea…
No quiero reflexionar sobre este hecho, me gustaría que pensáramos sobre el aprendizaje que supone enfrentarnos y/o superar un obstáculo. En ocasiones aunque hayamos pasado esa situación, nos centrarnos en el «porqué a mí», lo positivo sería superar esa primera fase para pensar en el «qué puedo hacer si ocurre de nuevo», es decir, ser resilientes, aprender, conocernos a nosotros mismos (lo bueno y a mejorar) y ser capaces de superarnos en cada dificultad, ya que de cada situación a resolver, estoy segura que somos capaces de encontrar un tesoro (un aprendizaje, una experiencia de superación, una demostración de confianza, etc…)
Para reflexionar sobre esto, ¿qué tal un cuento? es de Claudio M. Pérez B. y se llama «Obstáculos en el camino»
«Seis siglos atrás, en los dominios de un rey chino, había un crisis generalizada de motivaciones y el soberano, muy preocupado por su pueblo, se puso a pensar como despertar en algunos de sus súbditos algún interés por los bienes públicos. La gente no cuidaba los parques, si algunas piedras del Puente se derrumbaban, así quedaba ya que nadie las reponía. Los caminos eran horadados por bueyes sin ningún cuidado precisamente los días de lluvia, que era cuando más necesitaban ser protegidos de las ruedas de las carretas.
Una mañana el Rey colocó una gran roca obstaculizando unos de los caminos más importantes. Y cuando la gente de su séquito no lo observaba, escondio bajo la piedra una bolsa de monedas de oro; y después se escondió para observar la escena.
Estuvo largo tiempo observando a la piedra y la gente que pasaba, pero nadie se molestaba en sacar el obstáculo y peor aún, otros directamente la rodeaban y seguían su camino. Muchos se detenían a proclamar que las autoridades no tenían verguenza por no mantener los caminos despejados e inculpaban directamente al Rey; pero ninguno de ellos hizo nada para sacar la piedra del camino.
Un anciano vecino, que vivía en el condado más descampado, pasaba por allí exhausto con un fardo de leña sobre sus hombros; y la vio. Se detuvo, analizó que eso era un impedimento. Luego se aproximó a ella, puso su carga en el piso trabajosamente y trató con mucho esfuerzo de mover la roca a un lado del camino y quitar el obstáculo. La gente seguía pasando desinteresadamente. El pobre anciano, casi sin fuerzas, empujó y empujó y hasta llegó a fatigarse mucho, pero lo logró.
Mientras regresaba a recoger su fardo de leña, vio en el lugar donde estaba la piedra, una pequeña bolsita sobre la tierra. Se acercó, la tomó en sus manos y la abrió. Fué grande su sopresa cuando descubrió el tesoro que había en ella ya que las monedas de oro eran muchas. Cuando las tomo entre sus dedos, encontró un nota del mismo rey diciendo que el premio era para la persona que removiera la roca como recompensa por despejar el camino.
El campesino aprendió ese día que cada obstáculo puede estar disfrazando una oportunidad, tanto para ayudar a los demás como para ayudarse asimismo»
Sacado del libro http://www.bubok.es/libros/189255/Los-cuentos-que-usted-no-debe-dejar-de-leer-antes-e-morir